«Mi experiencia de voluntariado ha sido una maravilla. Realicé un proyecto de tortugas marinas en Romelia que consistió en hacer vigilancia diurna y nocturna del vivero, mantenimiento del refugio, así como ayudar en las patrullas nocturnas y el desove de las tortugas. Tuve además la oportunidad de ver el nacimiento de un nido y posterior liberación de las crías de tortuga, un total de 81 si el recuento fue el correcto. Era habitual despertarse con los gritos de los monos aulladores y ver las ramas moviéndose por donde pasaban, además de la visita de un par de pizotes que rondaban cerca. Desde el primer momento me sentí acogida por el grupo y formamos un compañerismo muy profundo con los voluntarios, asistentes y el coordinador, hasta el punto de crear incluso una sensación de estar en familia. Tanto fue así, que me gustaría repetir el año que viene, si pudiera ser, como asistente en el proyecto. Se me quedaron cortas las dos semanas que estuve allí.»